Manuelita Rosas. Manuela Robustiana Rosas y Ezcurra (Buenos Aires, 1817 - Londres, 1898). Hija de Juan Manuel de Rosas, gobernador de la provincia de Buenos Aires y jefe de la Confederación Argentina, y de Encarnación Ezcurra, impulsora de la Sociedad Popular Restauradora. Tras la muerte de su madre –en 1838–, Manuela comenzó a desempeñar funciones como colaboradora de su padre en la gestión gubernamental. Tanto los más furibundos opositores a Rosas como sus más leales partidarios consideraban que la dureza del Restaurador de la Leyes se complementaba astutamente con la diplomacia de Manuela, lo cual posibilitaba muchas veces acuerdos políticos. Luego de la batalla de Caseros, Manuela se exilió junto a su padre y su hermano, Juan Bautista Rosas, en Inglaterra. En suelo inglés, Manuela se casó con Máximo Terrero y tuvieron dos hijos: Manuel Máximo y Rodrigo Tomás. Tras el exilio, se estableció en Londres y nunca regresaría al país.
En el Capítulo XVII de su Historia de la literatura argentina, Rojas expone: “la propia Manuelita Rosas, tan calumniada o alabada, fue un tipo interesante, y espera todavía la pluma del artista que habrá de inmortalizarla” (542). Rojas no menciona ningún libro publicado con su nombre o con un seudónimo, ningún manuscrito inédito descubierto póstumamente. Solo la indicación de que “fue un tipo interesante”, y ciertamente lo es, porque es una figura recurrente para la literatura y la historiografía argentinas, desde Hilario Ascasubi, Juan María Gutiérrez, pasando por José Mármol y Miguel Cané padre, hasta María Sáenz Quesada o María Rosa Lojo.
Desde mediados del siglo XIX, cuando Manuela y su padre estaban en la cúspide del poder, durante el exilio en Inglaterra hasta la actualidad se han escrito opúsculos, ensayos, biografías, novelas, artículos periodísticos sobre Manuela, pero, en comparación, hay relativamente pocos textos publicados de Manuela. Habría dos elementos para examinar el lugar de Manuela Rosas y Ezcurra en la literatura femenina argentina: el primero, su producción epistolar, la cual aparece publicada en Cartas privadas de la familia de Rosas (1924), de Alfredo Taullard, que incluye 4 cartas, y en Manuelita Rosas (1925), de Carlos Ibarguren, donde se compilan 5 cartas. Es de suma importancia el volumen Manuelita Rosas y Antonino Reyes. El olvidado epistolario (1889-1897), editado por el Archivo General de la Nación en 1998, libro que contiene 63 cartas, 59 dirigidas por Manuelita a Reyes, una por Reyes a Manuelita, una de Agustina Rosas de Mansilla a Antonino Reyes, y dos más de Manuelita: una escrita a Rosario T. de Rodríguez y otra a Rosario Reyes de Tezanos.
El segundo elemento a destacar es el rol de Manuela como organizadora de tertulias, las cuales podemos entenderlas como espacios de lectura y escucha de literatura. Son reconocidos y ampliamente estudiados los salones literarios llevados adelante por los/as opositores/as a Rosas, como lugares de difusión de literatura y como nodos políticos, pero no resulta menos importante La Tertulia de Palermo que organizaba Manuela, por cuyos salones pasaron José Antonio Wilde, Bernardo de Irigoyen, Dalmacio Vélez Sarfield, Vicente Corvalán, entre otros, y entonaron sus composiciones Juan Pedro Esnaola, Gregorio Marradas, Manuel Espinosa y Esteban Massini.
[por Andrés Olaizola]
Bibliografía:
AA.VV. (1998). Manuelita Rosas y Antonino Reyes. El olvidado epistolario (1889-1897). Buenos Aires: Archivo General de la Nación.
Ibarguren, C. (1933). Manuelita Rosas. Buenos Aires: Editorial La Facultad.
Rojas, R. (1922). “Capítulo XVII. Las mujeres escritoras”, en Historia de la literatura argentina, t. 4. Buenos Aires: Librería La Facultad, 538-556.
Taullard, A. (1924). Cartas privadas de la familia de Rosas. Buenos Aires: Instituto de Investigaciones Históricas.